No existen dudas que vivimos en un tiempo de grandes oportunidades, pero de igual forma profundos desafíos que nos invitan de manera periódica a una mejora constante en el posicionamiento y la fijación de las estrategias de nuestras empresas y procesos de emprendimiento. Máxime, en un marco como el que la denominada Cuarta Revolución Tecnológica nos presenta, establecido en una exponencialidad de avances en todas las disciplinas y áreas de negocio. Es aquí, donde el liderazgo empresarial de éxito se establece a partir de una combinación de ingredientes claves en la gestión de directivos y directivas, tales como la capacidad de adaptabilidad, la apuesta por la innovación y la responsabilidad necesaria en la toma de decisiones claves. Es aquí, a partir de estos pilares en los que se deben desarrollar los diez ejes claves que permiten orientar la actividad empresarial y emprendedora al éxito.
En primer lugar, la innovación constante, ADN principal que marca la diferenciación entre las empresas exitosas que impulsan no sólo la mejora de lo que ya existe en el seno de las mismas sino que se atreven a imaginar y repensar el futuro, adelantadose al mismo en la toma de decisiones presentes. Y todo ello, desde el fomento de la cultura de la innovación en toda la estructura de la empresa y todos sus departamentos , haciendo que esta fluya de dentro hacía fuera. En segundo lugar y de manera muy conectada a la anterior se encuentra la apuesta por la transformación digital, básica hoy para poder competir en el mercado y que requiere de la digitalización de los procesos, la aplicación de las tecnologías emergentes (IA, Blockchain, Análisis Predictivo o Automatización) y la adaptación de modelos como los de e-commerce, plataformas inteligentes, apps móviles, y servicios en la nube estructuran de manera directa ese paso. Pero la tecnología y la innovación no son por sí solas elementos de éxito asegurado en un proceso de emprendimiento y/o desarrollo empresarial, surgen aquí otros ejes básicos a los cuales se les debe prestar la atención necesaria y los recursos para atender el desarrollo óptimo de los objetivos fijados. Centrarse en el cliente como tercer elemento a través de un proceso de escucha, anticipación, resolución de las necesidades, personalización masiva a través de los datos y los algoritmos así como la apuesta por la omnicanalidad o la Adaptabilidad y Agilidad como cuarto eje en un entorno VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo) que permita a las empresas la capacidad de pivotar, responder a crisis y aprovechar oportunidades rápidamente y al mismo tiempo la generación de estructuras organizativas más horizontales y flexibles se muestran como pilares básicos.
Pero sí algo determina hoy él éxito empresarial es el cambio de paradigma sobre el impacto que hoy se genera en a través de la acción que las empresas y emprendedores generan en su implementación . Y todo ello, desde un modelo de medición nuevo en el que impacto social, ambiental y sostenible se muestran como ingredientes necesarios para el buen desarrollo de cualquier iniciativa privada en este marco que deberá tener un propósito siempre claro y definido en su hoja de ruta. No por menos, llegar al objetivo sin trazar el camino y las implicaciones e impactos que estas acciones van a generar sólo nos alejará de nuestro objetivo final. Es aquí, donde irrumpe otro de los ejes , el liderazgo con visión y empatía, ese que es capaz de fomentar la colaboración, la inclusión y el desarrollo de los equipos diversos pero desde modelos de participación directa en las estructuras y la combinación de la visión estratégica con la inteligencia emocional. Elementos que unidos a la adecuada gestión del talento y la cultura organizacional en el seno de las empresas mediante modelos que impulsen la cultura basada en la confianza, la autonomía , el bienestar mental, la inversión continua en formación, el aprendizaje y la diversidad vendrán a cimentar a los equipos que harán posible que el éxito aflore en las acciones que se implementen.
Por último, debemos destacar los tres últimos ejes que se deben configurar en nuestro planeamiento estratégico hasta el éxito en nuestras empresas y procesos de emprendimiento. El primero, la ampliación del concepto Glocal, es decir el desarrollo de estrategias globales con enfoque local, adaptando productos, mensajes y operaciones a las culturas y necesidades específicas de cada mercado, siendo competitivo en economías interconectadas y multiculturales. El segundo, y no menos importante la resiliencia financiera y estratégica, contando para ello con modelos diversificados, con permanentes análisis de riesgos y con una permanente actualización de los escenarios posibles, cambio de ingresos, oscilación de mercados y proveedores. En tercer lugar, y como cierre de todos estos elementos que nos une en cierta medida al primero de ellos con el que iniciábamos este artículo, el uso inteligente de los datos , ese nuevo oro del presente que nos interpretar y aplicar estrategias, desarrollar decisiones basadas en analítica, KPIs, e inteligencia de negocios.
En conclusión, el éxito empresarial y emprendedor en el siglo XXI no depende tanto de seguir una receta fija, sino más de la capacidad de aprender, evolucionar y generar valor sostenible en un mundo cambiante, adaptándonos a los cambios con resiliencia. No por menos, las empresas y procesos de emprendimiento más exitosos hoy serán aquellos que combinen tecnología, humanidad y propósito, con la capacidad de adaptarse al presente sin perder de vista el futuro.
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