Brasil, con São Paulo como epicentro, concentra el mayor número de unicornios de América Latina, liderando sectores como fintech, e-commerce y movilidad. Startups como Nubank y iFood han redefinido el consumo en la región y atraído la mirada de fondos internacionales.
México, por su parte, se beneficia de su cercanía estratégica a Estados Unidos. El ecosistema de Ciudad de México y Guadalajara impulsa verticales como logística y salud digital, con compañías como Kavak y Clara mostrando que la innovación mexicana tiene proyección global.
Aunque ambos países exhiben fuerza, persisten retos comunes: marcos regulatorios inestables, desigualdades territoriales y baja inclusión financiera en poblaciones rurales. La cooperación entre ambos mercados podría fortalecer a la región frente a Asia y Europa, en lugar de alimentar una competencia aislada.
La pregunta final es si Iberoamérica necesita un campeón único o un bloque de innovación integrado. Tal vez, el verdadero liderazgo surja cuando la región decida competir unida hacia el mundo.
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