¿Qué país ofrece las mejores condiciones tributarias para los nómadas digitales?

|


IMG 0309


El nomadismo digital ya no es una moda pasajera sino un fenómeno global que está transformando las economías, las ciudades y las políticas públicas. Millones de trabajadores de sectores creativos, tecnológicos y de servicios han optado por un estilo de vida que les permite moverse libremente por el mundo mientras cumplen sus obligaciones laborales desde un ordenador portátil. América Latina se ha convertido en una de las regiones preferidas para esta tendencia, con ciudades como Medellín, Ciudad de México, Buenos Aires, São Paulo o Playa del Carmen que hoy figuran en los rankings internacionales como destinos de alto atractivo. Sin embargo, para los nómadas digitales, la calidad de vida y el costo de alojamiento no son los únicos factores que cuentan a la hora de elegir dónde instalarse. Las condiciones tributarias se han vuelto decisivas. La pregunta que muchos se hacen es cuál es el país que ofrece el mejor entorno fiscal para atraer a este nuevo perfil de profesionales que viajan con ingresos generalmente percibidos en divisas extranjeras y que buscan estabilidad, reglas claras y beneficios que maximicen su poder adquisitivo.


Al analizar la situación en América Latina, se encuentra una gran diversidad de marcos regulatorios. Algunos países han diseñado programas específicos para atraer nómadas digitales, con visados que incluyen exenciones fiscales parciales o facilidades para tributar únicamente en su país de origen. Otros, en cambio, mantienen esquemas tributarios rígidos que terminan desincentivando la llegada de estos trabajadores. Costa Rica, por ejemplo, lanzó una visa de nómada digital que permite a los extranjeros permanecer hasta dos años en el país y estar exentos del pago de impuestos sobre la renta por ingresos obtenidos fuera de su territorio. Esta medida, combinada con su oferta de playas, estabilidad democrática y buena conectividad, ha posicionado a Costa Rica como uno de los países más atractivos para este perfil.


México ofrece un panorama distinto. Si bien no tiene un visado específico para nómadas digitales como tal, su visa de residencia temporal es utilizada por muchos trabajadores remotos que pueden permanecer hasta cuatro años. En materia fiscal, México exige declarar impuestos a quienes residen más de 183 días en el país, lo que complica a los nómadas que prefieren esquemas de tributación simplificados. Aun así, la diferencia cambiaria, el bajo costo de vida en comparación con Estados Unidos o Europa y la infraestructura en ciudades como Ciudad de México, Guadalajara o Playa del Carmen, siguen atrayendo a miles. La paradoja es que muchos viven en una especie de “zona gris” legal, permaneciendo sin registrarse plenamente en el sistema tributario local, lo que genera debates sobre informalidad y equidad frente a los contribuyentes nacionales.


Colombia, por su parte, ha intentado entrar en la competencia con una visa de nómada digital lanzada en 2022, que permite estancias de hasta dos años y que ha atraído especialmente a profesionales de Estados Unidos y Europa. Sin embargo, en el terreno fiscal, la regla de los 183 días convierte a muchos nómadas en residentes fiscales sujetos al impuesto sobre la renta, lo que en la práctica puede disuadir su permanencia prolongada. Aun así, ciudades como Medellín han logrado construir ecosistemas atractivos combinando coworkings, programas municipales y una vibrante comunidad internacional, lo que compensa parcialmente la rigidez tributaria.


Argentina representa un caso singular. La crisis económica y la devaluación del peso han convertido a Buenos Aires en una ciudad extremadamente barata para quienes ganan en dólares o euros. Esto ha atraído a miles de nómadas digitales, aunque el país no cuenta con un régimen fiscal específico para ellos. El resultado es una convivencia ambigua: por un lado, el Estado busca incentivar su llegada con programas de promoción turística; por otro, la presión tributaria nacional es una de las más altas de la región y puede desalentar a quienes buscan regularizarse formalmente. El atractivo, en este caso, no se debe tanto a incentivos fiscales como a una coyuntura económica que hace que los ingresos extranjeros se multipliquen en términos locales.


Brasil también juega en esta competencia, con un programa de visa de nómada digital que permite residencias de un año renovables. A nivel tributario, la situación es más compleja: quienes permanecen más de 183 días se convierten en residentes fiscales y deben pagar impuestos locales, pero algunos acuerdos internacionales evitan la doble tributación, lo que da cierto alivio. Ciudades como Río de Janeiro y Florianópolis han apostado a este público, ofreciendo infraestructura digital y comunidades internacionales que hacen más atractiva la instalación temporal.

Si se amplía la mirada fuera de América Latina, varios países europeos se han vuelto especialmente competitivos en materia tributaria para nómadas digitales. Portugal, por ejemplo, ha creado un régimen fiscal para residentes no habituales que permite beneficios tributarios significativos durante diez años, lo que ha atraído tanto a europeos como a latinoamericanos que buscan estabilidad y pertenencia a la Unión Europea. España, por su parte, implementó en 2023 una ley para startups que incluye un visado para nómadas digitales con ventajas fiscales para trabajadores extranjeros que teletrabajan desde su territorio. Estas medidas muestran cómo Europa entiende a los nómadas como motor de dinamización económica y los integra a su estrategia de innovación.


El debate de fondo es qué buscan los países latinoamericanos al atraer nómadas digitales. Algunos los ven como una fuente de divisas y consumo que revitaliza sectores como la vivienda, la gastronomía y el turismo. Otros critican que el impacto sea desigual, con beneficios concentrados en barrios específicos y con el riesgo de gentrificación. Desde una perspectiva fiscal, la llegada de estos profesionales plantea retos importantes: cómo asegurar que contribuyan al sostenimiento de servicios públicos sin desalentar su permanencia, cómo evitar la evasión y cómo generar marcos transparentes que den seguridad tanto a los nómadas como a las autoridades tributarias.

La competencia entre países por captar nómadas digitales seguirá intensificándose. Los que logren diseñar políticas claras, con regímenes fiscales atractivos pero justos, y con visados simples de obtener, tendrán ventaja. Costa Rica se perfila como líder en la región gracias a sus exenciones impositivas y estabilidad. México y Colombia atraen por ecosistema y calidad de vida, aunque con desafíos fiscales que deben resolverse. Argentina, a pesar de no tener un marco específico, seguirá siendo atractivo mientras dure la brecha cambiaria. Y Brasil, con su escala continental, podrá consolidar comunidades diversas si simplifica su sistema tributario.


En última instancia, los nómadas digitales representan una oportunidad para América Latina, pero también un recordatorio de la necesidad de modernizar sistemas tributarios que en muchos casos siguen siendo pensados para realidades del siglo pasado. En un mundo donde el trabajo ya no depende de la presencia física ni de las fronteras tradicionales, la pregunta para los estados es cómo adaptar sus marcos fiscales a un nuevo tipo de ciudadano global. La respuesta definirá no solo quién gana en la competencia por atraer nómadas, sino también qué países estarán preparados para el futuro del trabajo.


Sin comentarios

Escribe tu comentario




No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes. Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.