En el corazón de las montañas de Antioquia, Colombia, se encuentra Urrao, un pequeño pero vibrante municipio que, aunque alejado de los grandes centros urbanos, guarda una riqueza cultural y humana que ha sido por mucho tiempo la herencia de los pueblos indígenas Emberá Eyabida, recorrer sus calles en encontrar en las sonrisas de sus habitantes la luz y el color de la mezcla en estado puro. Africanos, pueblos originarios y paisas se entremezclan en un recorrido visual de aromas, sonidos y visiones de montañas, ríos y nubes en un crisol mágico único, detenido en el tiempo. Y es aquí, donde uno encuentra la historia de esta comunidad que ha logrado sobrevivir a las adversidades del tiempo, una historia que, a menudo, ha sido invisibilizada por las narrativas dominantes, esas que dejaron sin tierra a este pueblo pero con el corazón aún conectado a sus ancestros. Esos que nos permiten reconocer en sus colores, expresiones, idioma y marcas tatuadas en su rostro las huellas de la historia y de la comprensión para alguien que llego desde España que la verdadera riqueza no está en lo material, sino en las conexiones humanas únicas y profundas.
Y es que, el encuentro entre un extranjero como yo y una comunidad tan arraigada a su historia y a su tierra, como la de los Emberá Eyabida, no es una simple casualidad, sino un destino que revela los anhelos y las búsquedas de cada individuo. Para este español que hoy escribe estas palabras, la llegada a Urrao no solo fue un viaje físico, sino también un viaje interior. La curiosidad por la historia de los pueblos originarios de América, y en particular de los Emberá, fue una revelación. Y así, lo que comenzó como una búsqueda de conocimiento se convirtió en una experiencia transformadora que hizo que comprendiera la verdadera esencia de la humanidad: la interconexión.
Los Emberá Eyabida, con su lengua ancestral, sus tradiciones, y sus saberes transmitidos de generación en generación, no son simplemente "el otro", ni una curiosidad cultural que deba ser observada desde la distancia. Son, antes que nada, personas que luchan por preservar su identidad en un mundo globalizado que tiende a desdibujar las particularidades y sobre quienes desde este lado del mundo tenemos esa responsabilidad del conocimiento y de deuda histórica con comunidad viva, con una historia profunda, marcada por luchas, desplazamientos, y la constante resistencia a la homogeneización cultural.
Sin lugar a dudas, cada encuentro entre culturas tiene en su base una historia, y la de la comunidad Emberá Eyabida es un relato de resistencia y supervivencia. Y es que, a lo largo de los siglos, los pueblos indígenas de Colombia han sido objeto de despojo de tierras, violencia y marginación, esa que empezo por quienes llegamos al nuevo mundo desde España y que continuo por los conflictos internos que asolaron estas tierras. Sin embargo, las comunidades indígenas, como los Emberá, han resistido con dignidad, manteniendo vivas sus lenguas, sus tradiciones y su relación con la naturaleza. De mi conexión con ellos, me impresiono su lengua ancestral que aún resuena en sus corazones, la belleza de su cultura y la digna lucha silenciosa que llevan a cabo para sobrevivir en un mundo que ha intentado borrarlos. La historia de los Emberá es una historia de resistencia, de una mirada en los ojos de sus mujeres de sabiduría ancentral , de una voz que resuena con fuerza en el pasado hacía el futuro y que debe ser escuchada hoy en la España del Siglo XXI.
El pueblo Emberá Eyabida no es en definitiva solo un testigo del pasado, sino una memoria viviente de los procesos históricos de resistencia indígena. En sus relatos, en sus canciones, en su forma de vida, se refleja la lucha por la justicia, por el reconocimiento y por la dignidad. Es una historia que, como muchas otras, ha sido silenciada por los intereses coloniales y la expansión de una "civilización" que ha dejado atrás no solo las lenguas, sino también las raíces más profundas de los pueblos originarios.
La responsabilidad de España frente a las comunidades indígenas no es solo un asunto de reconocimiento histórico, sino también de acción. A lo largo de los siglos, España jugó un papel crucial en la conformación por desgracia del sistema de opresión de manera directa o indirecta que aún persiste en las Américas, y aunque aportamos mucho a esta parte del mundo también tenemos aún muchas deudas que reconocer en nuestra historia. Por lo tanto, hay una deuda histórica que aún no se ha saldado. Los Emberá, como muchos otros pueblos originarios, enfrentan desafíos enormes, no solo por las amenazas externas, sino por la falta de visibilidad y apoyo internacional.
España, en tanto que país con una historia colonial directa sobre América, tiene el deber moral y político de apoyar a las comunidades indígenas como los Emberá Eyabida en sus luchas por la tierra y la justicia. Este apoyo no debe limitarse solo a gestos simbólicos, sino a compromisos reales que incluyan políticas de ayuda humanitaria, financiamiento para la protección de sus territorios, y apoyo a su autodeterminación.
A medida que los ríos siguen fluyendo y las montañas se mantienen en pie, los Emberá Eyabida continúan con su resistencia. Pero su lucha, aunque fuerte, no puede librarse solo con las fuerzas internas. Necesitan aliados, y necesitan ser escuchados, oídos por las instituciones y gobiernos de España. Visibilizados en su realidad.
Hoy, más que nunca, el pueblo Emberá nos invita a un llamado a la acción, un llamado a aquellos que, como España, tenemos una responsabilidad histórica con los pueblos originarios. La lucha por la justicia social, el respeto por los derechos humanos y la protección de la biodiversidad en el mundo no puede ignorar a los pueblos que han sido despojados de todo, excepto de su dignidad. Los Emberá Eyabida no piden compasión, piden justicia. Y es una justicia que debemos garantizar, no solo por el pasado, sino por el futuro de la humanidad.
Si España, y otros países, realmente deseamos sanar las heridas de la colonización, debemos empezar por apoyar de manera concreta a quienes aún llevan la carga de esa historia: los pueblos indígenas. Los Emberá Eyabida, con su sabiduría ancestral, tienen mucho que enseñar al mundo y son parte de ese relato. Y el primer paso para aprender de ellos es reconocer su derecho a existir como pueblo, con dignidad y respeto.
Porque, como dicen los Emberá: “Somos la tierra que caminamos. Y si la perdemos, perdemos todo.”
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