​Fondos europeos para startups latinoamericanas: ¿una oportunidad real o un sueño lejano?

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Un mapa de Europa y Amu00e9rica Latina conectados por un haz de luz digital en forma de red, con u00edconos de startups y capital flotando entre ambos continentes.


El interés de las startups latinoamericanas en acceder a fondos europeos responde a una necesidad urgente: el financiamiento sigue siendo uno de los principales cuellos de botella para el emprendimiento en la región. Aunque América Latina ha visto un crecimiento acelerado en la creación de empresas innovadoras, la falta de capital de riesgo local y las dificultades para escalar en mercados regionales hacen que Europa aparezca como un horizonte atractivo. Los programas de la Unión Europea —como Horizonte Europa, Erasmus for Young Entrepreneurs, o el European Innovation Council— abren puertas que, aunque complejas, resultan posibles de cruzar.


Para entender la magnitud del desafío, basta con observar que en 2023 el ecosistema de venture capital en América Latina se contrajo en más de un 40 % respecto al año anterior, en parte por la inestabilidad económica global y la aversión al riesgo de los inversionistas locales. En contraste, Europa sigue destinando miles de millones de euros al fomento de la innovación tecnológica y social. El contraste es evidente y explica por qué tantos emprendedores latinoamericanos buscan encajar sus proyectos en las convocatorias europeas.


Pero acceder a estos fondos no es sencillo. La burocracia, la exigencia de socios europeos, los requisitos de documentación en inglés o francés y la necesidad de demostrar impacto global hacen que muchas startups latinoamericanas queden en el camino. Sin embargo, existen casos exitosos que muestran que no es imposible. En Chile, por ejemplo, una startup de biotecnología agrícola logró financiamiento a través del programa Horizonte 2020 (antecesor de Horizonte Europa) para desarrollar tecnologías que mejoran la eficiencia del uso del agua en cultivos. En México, una empresa dedicada al reciclaje de plásticos encontró en un fondo europeo la posibilidad de escalar su tecnología y entrar en nuevos mercados.


Además de los fondos públicos, existen aceleradoras europeas con programas específicos para América Latina, como el caso de EIT InnoEnergy en España o Station F en Francia, que han creado vínculos directos con universidades y ecosistemas de innovación latinoamericanos. Estos puentes son clave porque reducen la distancia cultural y burocrática, y permiten que startups latinas puedan insertarse en redes globales.


El desafío, no obstante, sigue siendo mayúsculo. Muchas startups latinoamericanas carecen de la asesoría adecuada para postularse, no tienen contactos en Europa o desconocen los procesos de evaluación. Aquí surge un problema estructural: la falta de políticas públicas en la región que acompañen de manera estratégica a las empresas emergentes en la internacionalización de sus proyectos. Los gobiernos suelen ofrecer programas locales de incubación, pero rara vez facilitan la conexión con los grandes fondos internacionales.


A esto se suma un dilema: ¿vale la pena destinar tiempo y recursos a postularse a fondos europeos cuando las probabilidades de éxito son bajas? La respuesta depende de cada caso. Para una startup con una propuesta sólida en biotecnología, energía renovable, digitalización o impacto social, Europa representa una puerta valiosa. Para otras, el esfuerzo puede terminar siendo infructuoso si no logran adaptarse a los criterios de evaluación.

El panorama invita a una reflexión más amplia: si Europa ve en América Latina un socio estratégico para la innovación, ¿por qué no fortalecer programas conjuntos que eliminen tantas barreras de entrada? Iniciativas regionales como la CELAC-UE podrían jugar un rol más protagónico, pero hasta ahora los avances han sido tímidos. Mientras tanto, los emprendedores siguen intentando, algunos con éxito, otros con frustración, pero todos con la convicción de que la innovación necesita cruzar fronteras.


El acceso a fondos europeos por parte de startups latinoamericanas no es un sueño lejano, pero tampoco es una oportunidad al alcance de todos. Requiere preparación, contactos, resiliencia y una estrategia clara. Es un camino difícil, pero que al recorrerlo demuestra que la innovación no tiene pasaporte.


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