La economía plateada, o silver economy, ha dejado de ser un concepto marginal para convertirse en una realidad que mueve miles de millones de euros cada año. En Europa, el progresivo envejecimiento poblacional ha generado la necesidad de repensar los sistemas de bienestar, de salud y de empleo. Cáceres, una ciudad española con fuerte identidad histórica, será en 2025 el epicentro de ese debate global durante el III Congreso Internacional de Economía Plateada, que reunirá a expertos, académicos, empresarios y responsables públicos de distintos países. Pero lo que distingue esta edición no es solo su capacidad de congregar a especialistas europeos, sino su voluntad de mirar más allá del Atlántico e incorporar la voz de América Latina como región clave para el desarrollo de nuevos modelos de colaboración intercontinental.
El concepto de economía plateada alude a todas las actividades económicas vinculadas con las personas mayores: servicios de salud, productos tecnológicos adaptados, vivienda, movilidad, turismo, finanzas y ocio, entre otros. Sin embargo, el enfoque actual trasciende la idea asistencial para situar a las personas mayores como actores económicos, consumidores conscientes y, sobre todo, transmisores de conocimiento y valores sociales. En ese sentido, Europa ha avanzado con políticas como el European Innovation Partnership on Active and Healthy Ageing y programas de la Unión Europea destinados a fomentar la autonomía, la innovación tecnológica y la participación social de las personas mayores. Cáceres 2025 será, entonces, una plataforma para consolidar una nueva narrativa del envejecimiento activo que inspire también a América Latina, una región que enfrenta su propia transición demográfica con características singulares.
Latinoamérica se encuentra en una etapa intermedia de envejecimiento. Aunque sus poblaciones siguen siendo relativamente jóvenes, la esperanza de vida ha aumentado de manera sostenida y las tasas de natalidad han disminuido. Según datos de la CEPAL, hacia 2050 la región contará con más de 190 millones de personas mayores de 60 años, casi el triple que en el año 2000. Este fenómeno implica desafíos y oportunidades: la necesidad de adaptar los sistemas de pensiones y salud, pero también la posibilidad de crear nuevos mercados y empleos en torno a los servicios para adultos mayores. En ese contexto, la experiencia europea resulta un referente ineludible, pero también un espacio de cooperación bidireccional. Si Europa puede aportar políticas públicas, tecnología y financiación, América Latina puede ofrecer capital humano, creatividad social y modelos comunitarios de cuidado con fuerte base cultural y solidaria.
El congreso de Cáceres 2025 no es solo un foro académico, sino un encuentro estratégico que articula tres grandes ejes: ruralidad, municipio y digitalización. Cada uno de ellos conecta directamente con los desafíos latinoamericanos. En primer lugar, la ruralidad: tanto en España como en buena parte de América Latina, el envejecimiento se manifiesta de forma más intensa en las zonas rurales, donde los servicios públicos son escasos y las oportunidades económicas limitadas. En regiones españolas como Extremadura, de donde Cáceres es capital, la despoblación y el envejecimiento han llevado a diseñar políticas innovadoras que vinculan la economía plateada con el desarrollo local. Esa experiencia puede inspirar programas similares en países como México, Colombia o Chile, donde el mundo rural busca reinventarse con base en la inclusión social, la digitalización y la economía del cuidado.
En segundo lugar, el ámbito municipal cobra relevancia porque las ciudades son los laboratorios de la innovación social. En Cáceres, los municipios han asumido el liderazgo para crear ecosistemas donde las personas mayores participen activamente en la vida comunitaria. En América Latina, las redes de ciudades intermedias están comenzando a explorar modelos parecidos: iniciativas de vivienda colaborativa, centros intergeneracionales, sistemas de transporte adaptado y plataformas de voluntariado digital. La cooperación entre municipios europeos y latinoamericanos puede traducirse en programas de hermanamiento que compartan buenas prácticas y financiamiento, generando una sinergia que amplifique el impacto de la economía plateada en ambos continentes.
Por último, la digitalización es el motor que impulsa la transformación global del sector. El envejecimiento activo ya no depende solo de la infraestructura física, sino del acceso a la tecnología. La llamada silver tech —el conjunto de soluciones digitales orientadas a personas mayores— está revolucionando la forma de envejecer. Desde aplicaciones de teleasistencia y monitoreo remoto hasta plataformas de aprendizaje y redes sociales para adultos mayores, Europa está desarrollando un ecosistema digital que podría replicarse en América Latina con adaptaciones culturales y económicas. Startups de España, Francia o Alemania han encontrado en la economía plateada un terreno fértil para innovar, y muchas de ellas buscan expandirse hacia mercados latinoamericanos que comparten idioma y lazos históricos.
En ese sentido, Cáceres 2025 puede convertirse en un punto de encuentro estratégico para que emprendedores latinoamericanos presenten sus proyectos y establezcan alianzas con inversores europeos. La Unión Europea ha abierto fondos para innovación social, economía del cuidado y digitalización inclusiva que podrían beneficiar a startups latinoamericanas, especialmente aquellas con impacto social y ambiental. Por ejemplo, iniciativas de telemedicina rural en Perú, plataformas de acompañamiento virtual para personas mayores en Argentina o programas de formación tecnológica en Colombia podrían conectarse con fondos europeos de cooperación o con aceleradoras de impacto social en España y Portugal.
Además, la economía plateada representa un cambio cultural profundo. No se trata únicamente de adaptar productos y servicios a las necesidades de la edad, sino de redefinir el papel del envejecimiento en la sociedad. Europa está transitando hacia un paradigma en el que las personas mayores no son una carga, sino un recurso invaluable: poseen experiencia, conocimiento y capacidad de mentoría que pueden fortalecer las economías locales. En América Latina, esa visión puede contribuir a revertir la exclusión laboral y social de los mayores, promoviendo su participación en la economía formal y en el emprendimiento. Los programas intergeneracionales, por ejemplo, ofrecen una oportunidad para que el conocimiento tradicional se combine con las nuevas tecnologías y dé origen a emprendimientos sostenibles.
El congreso de Cáceres también es una metáfora de los nuevos puentes que se tienden entre Europa y América Latina. En un mundo cada vez más interconectado, la cooperación intercontinental es clave para afrontar desafíos globales como el envejecimiento, la sostenibilidad o la transformación digital. España, por su posición geográfica y cultural, puede desempeñar un papel de mediador entre ambas regiones,impulsando la creación de un mercado iberoatlántico de servicios para la población mayor. Este mercado no solo generaría crecimiento económico, sino que también fortalecería los lazos humanos y culturales entre ambos continentes.
En términos económicos, la silver economy ya representa cerca del 25 % del PIB europeo, con proyecciones de crecimiento que podrían duplicarse para 2050. En América Latina, aunque el sector aún no está plenamente estructurado, existe un potencial de expansión enorme. Las empresas de salud, turismo, vivienda y educación tienen la oportunidad de reorientar sus estrategias hacia un segmento de población cada vez más relevante. La cooperación con Europa podría acelerar este proceso, transfiriendo conocimiento en regulación, diseño de servicios, tecnologías de asistencia y modelos financieros sostenibles.
Pero más allá de los números, lo que hace de la economía plateada un fenómeno transformador es su dimensión humana. Cáceres se convertirá en un espacio de reflexión sobre cómo vivir mejor y más plenamente en sociedades longevas. La dignidad, la autonomía y la participación son los principios rectores de este nuevo paradigma. Europa ha avanzado en la institucionalización de estos valores; ahora es el turno de América Latina de integrarlos en su propio modelo de desarrollo. La colaboración entre universidades, gobiernos locales, empresas sociales y organizaciones civiles puede crear un movimiento regional de envejecimiento activo que combine innovación tecnológica con justicia social.
En definitiva, el congreso de Cáceres no solo busca debatir políticas o mostrar proyectos tecnológicos. Representa una oportunidad histórica para repensar la relación entre Europa y América Latina desde un ángulo diferente: el de la vida, la experiencia y la sabiduría de sus generaciones mayores. Mientras el mundo enfrenta incertidumbres políticas y económicas, la economía plateada emerge como una propuesta de estabilidad, inclusión y esperanza. En ella confluyen la tecnología, la solidaridad y la visión de un futuro donde el bienestar no dependa de la edad, sino de la capacidad colectiva para adaptarse y evolucionar.
El desafío será traducir los discursos en acciones concretas: establecer fondos conjuntos de innovación social, promover intercambios entre startups europeas y latinoamericanas, diseñar programas educativos sobre envejecimiento activo, y crear observatorios iberoamericanos que midan el impacto del sector. Cáceres 2025 puede ser el punto de partida de ese proceso. Un evento que no solo analice el futuro, sino que lo construya. Un puente que una dos continentes a través de una causa común: el derecho a envejecer con dignidad y con oportunidades.
La economía plateada no es solo un nuevo mercado, es una nueva visión del mundo. Y en ese horizonte compartido, América Latina tiene mucho que decir y aportar. Cáceres, con su historia de mestizaje cultural y su vocación europea, se convierte en el escenario ideal para iniciar ese diálogo que, sin duda, marcará el rumbo de las próximas décadas.
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