El concepto de Silver Economy, o economía plateada, ha pasado en pocos años de ser un término técnico en informes demográficos a convertirse en un eje central de las políticas públicas, la innovación empresarial y los programas de cooperación internacional. Su expansión responde a una realidad incuestionable: el envejecimiento acelerado de la población mundial.
Europa, pionera en reconocer y planificar esta transformación social, se encuentra hoy en una posición de liderazgo en la creación de ecosistemas que aprovechan el potencial de las personas mayores como agentes activos de la economía. Sin embargo, la dimensión global de este fenómeno abre nuevas posibilidades de colaboración, especialmente con América Latina, una región donde el envejecimiento se acelera a un ritmo sin precedentes y donde las soluciones aún se encuentran en fase de diseño y articulación.
El Congreso Internacional de Silver Economy en Cáceres 2025, celebrado la última semana de octubre, reunió a expertos, responsables políticos, universidades y emprendedores de más de veinte países. Entre ellos, destacó la presencia de representantes latinoamericanos provenientes de Chile, Colombia, Uruguay, México y Brasil, quienes compartieron experiencias sobre cómo sus sociedades enfrentan los retos del envejecimiento y las oportunidades que surgen de este nuevo contexto.
Según las proyecciones de Naciones Unidas, para el año 2050 más del 25% de la población mundial superará los 60 años. En América Latina, esta proporción pasará del 13% actual a más del 22%, en apenas tres décadas. Esto implica un cambio estructural en el consumo, el empleo, la salud y la educación.
Lejos de representar únicamente una carga fiscal o social, los expertos reunidos en Cáceres coincidieron en que esta transición puede convertirse en una ventana de oportunidad económica, siempre que se adopte una visión integral y sostenible.
La Silver Economy no se limita a servicios de salud o cuidados. Abarca sectores como el turismo adaptado, las tecnologías asistenciales, la vivienda inteligente, el diseño inclusivo, la movilidad sostenible y las finanzas orientadas a la longevidad.
Europa ha desarrollado modelos pioneros en estas áreas, y América Latina emerge como un territorio fértil para la transferencia tecnológica y la cooperación económica, especialmente en entornos rurales o de baja densidad, donde las necesidades son crecientes.
El evento en Cáceres no solo fue un punto de encuentro de expertos, sino también una demostración de liderazgo territorial. Extremadura, una región con una población envejecida pero con una estrategia avanzada de innovación social, se consolida como un laboratorio natural para el desarrollo de proyectos piloto que combinan tecnología, inclusión y sostenibilidad.
Durante el congreso se presentaron casos de éxito europeos en ámbitos como la teleasistencia inteligente, la formación digital para mayores y la reconversión de infraestructuras urbanas y rurales en espacios accesibles. Estas experiencias despertaron gran interés entre las delegaciones latinoamericanas, que ven en España —y en particular en Cáceres— un modelo replicable de ecosistema intergeneracional sostenible.
Las mesas redondas centradas en cooperación internacional revelaron una tendencia clara: la Silver Economy puede ser el próximo eje estratégico de colaboración euro-latinoamericana.
Los acuerdos iniciales entre Cáceres y ciudades como Medellín, Santiago de Chile y Montevideo apuntan a intercambiar conocimientos en tecnologías de salud digital, emprendimiento social y formación de cuidadores profesionales.
Además, instituciones europeas como la Comisión Europea, el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y el BID destacaron la necesidad de promover alianzas público-privadas para canalizar inversión en innovación social orientada al envejecimiento activo.
América Latina enfrenta un doble reto: preparar sus sistemas de salud y pensiones, y al mismo tiempo, aprovechar el potencial económico del segmento senior, que demanda productos, servicios y experiencias adaptadas a sus expectativas. Europa, con su know-how y sus modelos probados, puede convertirse en el socio natural para impulsar esa transformación.
Otro punto clave del congreso fue el auge del ecosistema SilverTech: startups tecnológicas dedicadas a mejorar la calidad de vida de las personas mayores.
Durante el evento se presentaron proyectos de inteligencia artificial aplicada a la salud preventiva, plataformas digitales de acompañamiento, robots de asistencia y aplicaciones de realidad aumentada para la rehabilitación cognitiva.
Emprendedores latinoamericanos tuvieron una participación destacada, mostrando soluciones de bajo costo y alta escalabilidad, especialmente desde Colombia, México y Argentina, donde las startups están comenzando a explorar nichos de mercado vinculados al bienestar, la autonomía y la educación digital de adultos mayores.
El intercambio de experiencias permitió visibilizar una verdad clave: la innovación no tiene edad, y los modelos colaborativos entre Europa y América Latina pueden acelerar el desarrollo de tecnologías más humanas, inclusivas y sostenibles.
El Congreso de Cáceres no fue solo un encuentro de especialistas, sino el reflejo de un nuevo paradigma civilizatorio. La longevidad ya no se percibe como un desafío que amenaza los sistemas económicos, sino como una oportunidad para reinventar la forma en que trabajamos, consumimos, educamos y convivimos.
El diálogo intercontinental entre Europa y América Latina abre la posibilidad de construir políticas comunes que integren salud, innovación, empleo y cultura en torno a la edad.
Cáceres se proyecta, así, como el epicentro de un movimiento que trasciende fronteras: el de una Silver Economy global, humanista y sostenible, capaz de convertir el paso del tiempo en una fuente de desarrollo compartido
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