“Cáceres 2025: La Silver Economy como puente de cooperación entre Europa y América Latina”

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La transformación demográfica y social a la que nos enfrentamos no admite demoras. El envejecimiento de la población, el aumento de la longevidad y la progresiva digitalización de todos los ámbitos de la vida plantean un desafío de gran calado, pero también una oportunidad singular: construir una economía de la longevidad, donde las personas mayores de 60, 70 o más años participen activamente en la economía, en la sociedad y en la cultura del siglo XXI. En Europa, ese fenómeno lleva tiempo desplegándose; en América Latina, representa un reto emergente que exige anticipación, innovación y cooperación internacional.


El III Congreso Internacional de Economía Plateada, que se celebrará los días 30 y 31 de octubre de 2025 en el Complejo Cultural San Francisco de Cáceres, bajo el lema “Ruralidad, municipios y digitalización”, concentra el debate en seis ámbitos: vivienda y entornos adaptados a la edad, gobernanza colaborativa e innovación social, participación económica y empleo senior, consumo y nuevos mercados adaptados a mayores, transformación digital inclusiva e innovación en salud y cuidado personalizado.


Estos bloques del congreso subrayan dos realidades simultáneas: una, que la economía plateada no es asunto exclusivo del cuidado, sino de productividad, consumo, tecnología y talento; y dos, que el escenario rural, los municipios y la digitalización son focos fundamentales, tanto en Europa como en Latinoamérica.

Para América Latina, la relevancia es doble. Por un lado, muchas de sus regiones rurales, municipios intermedios y comunidades dispersas afrontan el envejecimiento y la despoblación de maneras similares a ciertas zonas europeas. Por otro, la región aún está construyendo su infraestructura social, tecnológica y económica para responder a este reto, por lo que la experiencia europea puede servir como modelo, pero también como socio para una cooperación transformadora.


La idea de que Europa pueda “exportar” su conocimiento en envejecimiento activo hacia Latinoamérica es válida, pero incompleta. Más bien se trata de una cooperación bidireccional: América Latina aporta creatividad social, modelos de economía colaborativa, juventud, diversidad cultural y una gran masa de personas mayores aún activas, que pueden contribuir al desarrollo de la “silver economy”.

En el programa del congreso se destaca explícitamente la sección de Alianzas para la Economía Plateada entre Europa e Iberoamérica. Este bloque es clave: reúne representantes latinoamericanos que participan activamente y no sólo como observadores. Serán parte del diálogo, de los acuerdos B2B, de las redes de innovación abierta (open innovation) y del mercado internacional que se empieza a definir alrededor de la longevidad.


Países como México, Colombia, Chile, Brasil y Uruguay cuentan con políticas emergentes de envejecimiento, digitalización de servicios de salud y cuidado intergeneracional que pueden adaptarse o enriquecerse con modelos europeos. Pero también tienen que construir su propia narrativa: la de una región donde envejecer puede implicar nuevas formas de empleo, emprendimiento social y consumo adaptado, no sólo dependencia.

Oportunidades de mercado y economía del conocimiento

El envejecimiento activo abre mercados potentes. En Europa, ya se estima que las personas mayores representan más del 50 % del gasto de consumo en ciertos sectores y que la silver economy aporta un porcentaje significativo del PIB. Para América Latina, esta realidad está en fase emergente, pero el potencial es muy alto: en treinta años la región duplicará su proporción de población mayor de 60 años.

Así, el congreso de Cáceres se convierte en un escaparate para empresas latinoamericanas que desarrollan tecnología, servicios de salud, vivienda adaptada, turismo sénior y economía colaborativa, para conectar con mercados europeos y explorar el mercado latino desde una perspectiva global.

Por ejemplo, el bloque del congreso dedicado a “Consumo y nuevos mercados adaptados a mayores” detalla la necesidad de desarrollar productos, servicios y campañas diseñadas para personas mayores activos, diversos y digitalizados. Para Latinoamérica, el aprendizaje está en anticipar la demanda y activar ecosistemas de producción, distribución y consumo adaptados.


La digitalización inclusiva es otro gran pilar. En Cáceres, uno de los bloques del programa se dedica a la “Transformación digital inclusiva”, con énfasis en reducir la brecha digital de las personas mayores y empoderarlas como ciudadanos digitales. Esto resuena de manera especial en América Latina, donde la desigualdad digital aún es significativa.

La capacidad de construir “aulas silver” en centros culturales o municipales, formar a mayores, adaptar interfaces, servicios online y teleasistencia representa tanto un desafío social como una oportunidad económica y de innovación. Latinoamérica puede beneficiarse de las experiencias europeas, adaptarlas a sus realidades y al mismo tiempo exportar sus propias soluciones sociales, más contextualizadas y de menor coste.


La ruralidad aparece de forma prominente. El lema del congreso lo indica: “Ruralidad, municipios y digitalización”. En Europa, las zonas rurales sufren envejecimiento, despoblación y falta de servicios; en Latinoamérica –en especial en América Andina, Centroamérica y ciertos territorios del Cono Sur– la situación se repite con otras dinámicas. Esta coincidencia de retos abre espacio para colaboración y transferencia de políticas públicas, tecnología de conectividad, servicios de salud rurales y modelos de vivienda intergeneracional.


El congreso en Cáceres presentará casos de rehabilitación de viviendas rurales para mayores, transporte adaptado bajo demanda y estrategias de urbanismo intergeneracional. América Latina tiene la ventaja de poder saltar etapas: aprender de esos modelos y adaptarlos con su propia cultura, geografía y estructura demográfica, fomentando alianzas público-privadas, startups y empresas sociales que aborden la economía plateada en contexto rural.


La economía plateada también implica empleo senior, participación activa de personas mayores, mentoring intergeneracional y aprovechamiento de experiencia. En Cáceres habrá espacio dedicado a “Participación económica y empleo senior”. Para América Latina, esto abre una nueva dimensión de política pública: no solo proteger la vejez, sino convertirla en un actor productivo, emprendedor y social activo.

Este cambio de paradigma es especialmente relevante en economías latinoamericanas donde la informalidad laboral es alta, las pensiones precarias y la jubilación temprana muchos veces sin plan. Aprender del modelo europeo y adaptarlo al sur podría generar rutas nuevas de trabajo flexible, mentores senior para jóvenes, servicios colaborativos donde mayores aportan sus competencias y redes que mezclan generaciones.


Como en todo cambio estructural, los retos son numerosos. Adaptar políticas europeas lo requiere no copiar, sino contextualizar. América Latina necesita fortalecer sus sistemas de datos, inversión en I+D, digitalización, regulaciones de protección, inversión social y formación de talento. El congreso de Cáceres puede servir como catalizador, pero la verdadera transformación dependerá de la adopción local de una visión propia de la economía plateada.

La región debe construir su narrativa de longevidad: una que incluya el envejecimiento saludable, la participación social, la innovación y la autonomía económica. No se trata únicamente de cuidar más, sino de vivir mejor.


El III Congreso Internacional de Economía Plateada en Cáceres no es un evento más: marca el inicio de un nuevo capítulo en la cooperación entre Europa y América Latina en torno a la longevidad, la innovación y el desarrollo sostenible. Para Latinoamérica, representa una invitación a reconceptualizar el envejecimiento como oportunidad, a conectar talento, tecnología y mercado, y a generar alianzas globales que transformen vidas.

La economía plateada puede y debe ser una puerta de entrada hacia una era donde vivir más también signifique vivir mejor, y donde los mayores sean parte del motor económico y social, no solo un reto demográfico. Cáceres será el escenario; América Latina el continente que puede convertir esa visión en realidad.


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