​“La revolución plateada: Cáceres y el renacimiento intergeneracional que une a Europa y Latinoamérica”

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Cuando en 2019 la Comisión Europea comenzó a hablar de “Silver Economy” como un sector estratégico para el futuro del continente, pocos imaginaban la magnitud del fenómeno. Hoy, tras el III Congreso Internacional de Economía Plateada celebrado en Cáceres el pasado 30 y 31 de octubre, se consolida una certeza: la edad no es el final del ciclo productivo, sino el inicio de una nueva revolución socioeconómica.


Cáceres, convertida en epicentro del diálogo entre Europa y América Latina, reunió a representantes de gobiernos, universidades, centros tecnológicos, startups y organismos internacionales. Todos coincidieron en que la economía plateada no solo abarca la atención a los mayores, sino una transformación integral que redefine el trabajo, la salud, la vivienda, la movilidad, la cultura y el ocio desde una mirada inclusiva y sostenible.

En el corazón del evento resonó una idea poderosa: la madurez también produce valor. No solo económico, sino humano y cultural. Un mensaje especialmente relevante para América Latina, donde el envejecimiento de la población avanza más rápido de lo previsto y las estructuras sociales aún no se adaptan a ese cambio.


Cáceres como laboratorio de futuro


La elección de Cáceres no fue casual. Esta ciudad extremeña, declarada Patrimonio de la Humanidad, se ha posicionado como un territorio de innovación demográfica. Su apuesta por proyectos de longevidad activa, vivienda colaborativa, turismo senior y formación intergeneracional la convierten en un laboratorio social y económico que hoy atrae la atención de países latinoamericanos.

Durante el congreso, se destacaron iniciativas como el Centro de Innovación en Economía Plateada y los programas de cooperación con universidades y empresas tecnológicas. Cáceres se proyecta como un modelo replicable para territorios con alta ruralidad o con desafíos de despoblación, comunes también en regiones de Argentina, Chile, Colombia o México.


La pregunta que flotó en los pasillos del evento fue:

“¿Podría Latinoamérica construir su propia economía plateada tomando como base la experiencia europea?”

La respuesta parece ser un rotundo sí, pero con un matiz: debe hacerlo desde su identidad social, cultural y solidaria.


Uno de los conceptos más debatidos en el congreso fue el del talento senior. En una economía global marcada por la automatización y la inteligencia artificial, los mayores de 55 años representan una reserva de conocimiento, ética y estabilidad que no puede ser descartada.

Europa ya está ensayando programas que reintegran este talento a sectores de innovación, mentoría empresarial o proyectos sociales. En América Latina, sin embargo, la jubilación sigue percibiéndose como un punto final, no como una transición hacia una nueva forma de contribución.


La economía plateada propone derribar esa barrera cultural, abriendo espacio a modelos híbridos donde los seniors participan como mentores, consultores o emprendedores. Esta idea conecta directamente con las tendencias latinoamericanas de emprendimiento social, una fuerza creciente que encuentra en la experiencia vital su principal activo.


Innovación y tecnología para la longevidad


El Congreso en Cáceres también fue un escaparate tecnológico. Startups de España, Portugal y Latinoamérica presentaron soluciones de salud digital, domótica, inteligencia artificial aplicada al cuidado, movilidad adaptada y plataformas de cohousing.

Uno de los debates más relevantes giró en torno al uso ético de la tecnología para la longevidad: cómo garantizar que los avances no generen brechas de exclusión digital entre generaciones. La conclusión fue clara: la innovación debe ser inclusiva y humana.

En este sentido, América Latina tiene una oportunidad estratégica. Países como Chile, Uruguay o Costa Rica, con ecosistemas tecnológicos en expansión, podrían liderar el desarrollo de soluciones asequibles y replicables para regiones rurales o con menor acceso tecnológico.


La colaboración con hubs europeos —como el de Cáceres o el de Coimbra— abre el camino a una transferencia de conocimiento bidireccional donde Europa aporta infraestructura y experiencia institucional, y América Latina, creatividad, agilidad y una visión social más comunitaria.


Otro eje del encuentro fue el rediseño de los espacios de vida. El modelo de cohousing senior —comunidades colaborativas que promueven la autonomía y la convivencia— se perfila como una alternativa al aislamiento o la institucionalización.

En América Latina, donde la familia extensa y la vida comunitaria son pilares culturales, este modelo puede adaptarse fácilmente. Experiencias emergentes en México, Colombia y Brasil muestran que la vivienda colaborativa intergeneracional no solo es viable, sino deseable.

El aprendizaje de Cáceres es claro: el hábitat también puede ser un motor de bienestar económico. La arquitectura del futuro no se diseña solo con materiales, sino con valores compartidos.


El evento subrayó también el potencial de la cultura y el turismo senior como ejes de desarrollo económico sostenible. Europa ya experimenta con circuitos turísticos accesibles y adaptados, mientras que en América Latina, países como Perú o Ecuador podrían liderar esta tendencia aprovechando su patrimonio y biodiversidad.

El turismo senior representa un mercado en expansión que demanda experiencias auténticas, sostenibles y con propósito. Cáceres se presenta así como ejemplo de cómo un territorio puede atraer turismo de calidad al combinar accesibilidad, patrimonio y participación ciudadana.


Uno de los acuerdos simbólicos del congreso fue fortalecer la cooperación entre Europa y América Latina en materia de envejecimiento activo y economía plateada. Se plantearon redes de trabajo conjunto en formación, investigación y desarrollo empresarial.

Esta cooperación no es solo económica, sino también ética: ambos continentes comparten el desafío de revalorizar la edad y reconstruir los lazos intergeneracionales.

Mientras Europa avanza en innovación y normativas, América Latina puede aportar su tejido comunitario, su espíritu solidario y su juventud demográfica para construir un modelo mixto, humano y sostenible.


El congreso de Cáceres deja una lección fundamental: la economía plateada no trata únicamente de los mayores, sino del futuro de todos. Supone reimaginar el trabajo, el bienestar y la convivencia desde una perspectiva integral de vida.

En América Latina, donde el envejecimiento será uno de los grandes desafíos de las próximas décadas, este paradigma puede convertirse en una ventana de oportunidad para la innovación social, la cooperación internacional y la inclusión generacional.

Europa, con eventos como el de Cáceres, ofrece el espejo donde Latinoamérica puede mirarse para anticipar su propio camino. No como un seguidor, sino como un actor clave en la construcción de una nueva economía del tiempo, del talento y del cuidado.


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