​Fondos europeos y financiación compartida: instrumentos para convenios de innovación iberoamericana

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La relación entre Europa y América Latina atraviesa una etapa de madurez estratégica. Ya no se limita a los vínculos históricos y culturales, sino que se consolida sobre un eje más pragmático: la innovación compartida. En un mundo donde la competitividad se mide por la capacidad de generar conocimiento, los fondos europeos se convierten en una herramienta clave para construir alianzas tecnológicas y científicas entre ambos continentes.

Programas como Horizon Europe, Erasmus+, EuropeAid, o los fondos de cooperación regional de la Unión Europea (UE), están abriendo sus convocatorias a la participación de países latinoamericanos, ofreciendo no solo subvenciones, sino también esquemas de coinversión y partenariados público-privados que fortalecen el tejido empresarial y científico iberoamericano.


Horizon Europe, el programa marco de investigación e innovación de la UE (2021–2027), con un presupuesto superior a 95.500 millones de euros, permite la participación de entidades latinoamericanas en proyectos colaborativos de ciencia, tecnología e innovación. Países como Brasil, Argentina, Chile, Colombia, México y Uruguay ya forman parte activa de consorcios europeos en áreas como la transición energética, inteligencia artificial, biotecnología y digitalización industrial.

Estas oportunidades no solo están dirigidas a universidades o centros de investigación, sino también a startups, pymes tecnológicas y entidades privadas que pueden integrarse como socios estratégicos en los consorcios, siempre que cumplan los requisitos de impacto y capacidad técnica definidos por la UE.


A pesar del creciente interés, la participación latinoamericana en estos programas enfrenta desafíos estructurales. Entre los principales destacan:

  • Capacidad institucional limitada, especialmente en la formulación y gestión de proyectos europeos.
  • Infraestructura digital desigual, que afecta la interoperabilidad y la transferencia tecnológica.
  • Escasa articulación entre sector público, académico y empresarial, lo que reduce la competitividad frente a consorcios europeos consolidados.

Superar estos obstáculos requiere fortalecer las oficinas de enlace internacional, promover formación técnica en gestión de fondos europeos y fomentar una visión regional coordinada, que permita a los países del bloque actuar de manera complementaria en lugar de competitiva.


Algunos proyectos se destacan como ejemplos de cooperación efectiva. El Programa EU-LAC Digital Alliance, lanzado en 2023, promueve la conectividad, la ciberseguridad y la transformación digital entre Europa, América Latina y el Caribe. A través de él, empresas de Colombia y España colaboran en el desarrollo de soluciones de monitoreo industrial basadas en IoT (Internet de las Cosas) con financiamiento mixto de la UE y fondos nacionales.

Otro caso es el consorcio Horizon GreenTech LATAM, donde startups chilenas y portuguesas trabajan en innovación para la descarbonización del sector minero. Este tipo de proyectos no solo generan innovación tecnológica, sino también capital social y transferencia de conocimiento, creando cadenas de valor más equitativas entre el norte y el sur global.


Los fondos europeos no deben entenderse solo como una herramienta económica, sino como un instrumento diplomático. Fomentan una agenda de cooperación que impulsa la diplomacia científica, alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la transición verde y digital global.

Para América Latina, participar activamente en estos programas representa una oportunidad de reposicionar su modelo de desarrollo, orientándolo hacia la economía del conocimiento. La integración regional también podría potenciar su capacidad de negociación ante la UE, permitiendo crear plataformas de innovación iberoamericanas que actúen como interlocutores institucionales.


A mediano plazo, el desafío no será solo acceder a los fondos, sino sostener ecosistemas de innovación con impacto real. Esto implica:

  • Promover políticas nacionales de incentivos a la coinversión internacional.
  • Fortalecer la formación en propiedad intelectual y transferencia tecnológica.
  • Establecer centros binacionales de innovación entre Europa y América Latina.

En este sentido, entidades como la Fundación KreArte y International Talent Consulting LATAM están impulsando desde España modelos de cooperación donde el talento latinoamericano —científico, técnico y creativo— se integra en proyectos europeos de alto impacto, potenciando la participación regional con enfoque humano y sostenible.


La innovación no reconoce fronteras, pero sí necesita puentes. Los fondos europeos y la financiación compartida son esos puentes que pueden transformar la relación entre Europa y América Latina en un eje de desarrollo global, donde la ciencia, la tecnología y el talento sean el idioma común del progreso.


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