​“Startups deep-tech desde la ciencia universitaria: el nuevo músculo competitivo de América Latina”

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Durante mucho tiempo, el emprendimiento latinoamericano estuvo dominado por modelos de negocio de baja complejidad tecnológica, enfocados en servicios, comercio o replicación de soluciones existentes. Sin embargo, esta dinámica está cambiando. Desde las universidades, comienza a emerger un nuevo tipo de empresa: la startup deep-tech, aquella que se apoya en descubrimientos científicos, desarrollo tecnológico intensivo y largos ciclos de investigación antes de llegar al mercado.


La base de este cambio es la consolidación de capacidades científicas en la región. América Latina cuenta con investigadores de alto nivel en áreas como biotecnología, ciencias de la vida, energía renovable, nanotecnología, materiales avanzados, robótica e inteligencia artificial. Durante años, estos conocimientos permanecieron confinados a publicaciones académicas. Hoy, gracias a la creación de incubadoras universitarias, oficinas de transferencia tecnológica y alianzas internacionales, comienzan a convertirse en empresas.


Las startups deep-tech requieren un entorno particular para prosperar: financiamiento paciente, acceso a laboratorios, protección de propiedad intelectual y conexión con mercados globales. Europa ha desempeñado un rol fundamental en este ecosistema, aportando experiencia, fondos especializados y programas de aceleración que permiten a las startups latinoamericanas madurar sin la presión inmediata de rentabilidad.


La cooperación con Europa también ha ayudado a elevar estándares. Las startups deep-tech nacidas en universidades latinoamericanas están aprendiendo a cumplir requisitos regulatorios, validaciones técnicas y procesos de certificación exigentes. Esto aumenta sus posibilidades de integrarse en cadenas de valor europeas y competir en mercados altamente regulados como el de la salud, la energía o la industria avanzada.


El impacto de estas empresas va más allá de la rentabilidad. Las startups deep-tech generan empleo altamente calificado, fortalecen la soberanía tecnológica y permiten a la región abordar problemas estructurales con soluciones propias. Desde nuevos tratamientos médicos hasta tecnologías agrícolas adaptadas al cambio climático, estas empresas demuestran que la ciencia universitaria puede ser una herramienta poderosa de desarrollo.

La consolidación de este ecosistema dependerá de políticas públicas coherentes, inversión sostenida y una cultura que valore la investigación aplicada. Si América Latina logra fortalecer este camino, las startups deep-tech podrían convertirse en uno de los principales motores de crecimiento económico de la próxima década.


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