De nuevo, las noticias se vuelven a manchar de sangre, gritos y desesperanza. Hoy como antes y como ocurrirá mañana los titulares de los medios de comunicación nos recuerdan la descarnada historia de las guerras sin sentido, de la sinrazón de las creencias excluyentes y de la realidad de quienes mueren sin ser culpables de la locura que a su alrededor tiñen de negro las esperanzas de un futuro trucado a golpe de metralla, cohetes, bombas y esquirlas. Esas que se expanden por el mundo y que hoy toman forma de nuevo en su cara más dura en Gaza. Un lugar, del que la muerte nunca se fue, domiciliada per se en las calles y plazas de una tierra santa convertida en un infierno de dolor y muerte. Y es que, si bien, no podemos dejar de condenar las violaciones o el asesinato de cientos de hombres, mujeres y niños de Israel por la barbarie del terrorismo de Hamas que debe ser perseguido y respondido con toda la rotundidad de la contestación israelita , tampoco podemos dejar de poner énfasis en la condena injustificable de la muerte de los cientos y miles de civiles Palestinos inocentes , también hombres, mujeres, niños y niñas que hoy son represaliados y asesinados bajo el concepto de " daños colaterales" que vienen a suponer en realidad una violación flagrante de los Derechos Humanos .