En el desierto económico que caracteriza a muchos países de la región, las startups que sobreviven no son las que queman capital como unicornios, sino las que saben resistir, adaptarse y caminar largas distancias como camellos. Este artículo de opinión rompe con el mito del unicornio y plantea que el modelo ideal para la región son empresas resilientes, sostenibles y menos dependientes del capital de riesgo.