El crecimiento acelerado del ecosistema de startups en Latinoamérica ha atraído como nunca antes el interés de inversionistas y fondos de capital de riesgo de Estados Unidos. La región, que hace apenas una década era vista como periférica en términos tecnológicos, hoy se posiciona como un mercado emergente capaz de producir unicornios y exportar talento de clase mundial. Sin embargo, la relación con Estados Unidos plantea preguntas críticas: ¿es realmente un aliado estratégico que impulsa a las startups hacia su consolidación global, o es un actor que absorbe talento, centraliza capital y limita la autonomía de la región? Este artículo analiza a fondo los flujos de inversión, las historias de éxito, los riesgos de dependencia y los posibles escenarios futuros que marcarán la relación entre el norte y el sur en el terreno del emprendimiento digital.
Un movimiento telúrico de otra naturaleza es el que vivió Joe Biden el martes pasado al presentar en la Cámara de Representantes su mensaje del “Estado de la Nación”. Muy distinto el escenario al del año pasado. Entonces, a sus espaldas, dos ángeles guardianes: Kamala Harris, la vicepresidente, y Nancy Pelosi, la entonces líder de la mayoría demócrata en la Cámara baja. Ambas aplaudiendo entusiastas el mensaje de su líder. Hoy, sólo las palmas de la ex senadora de California, junto a un adusto Kevin McCarthy, al que tanto trabajo le constó convertirse en el speaker, el tercero en la línea de sucesión detrás de quien les hablaba, y de la mujer a su diestra.