Una voz con autoridad global
Pamela Hsieh no necesita presentación en el mundo de la innovación. Su experiencia en la construcción de Alibaba —una de las compañías más grandes del planeta— le otorga autoridad para hablar de expansión, escalabilidad y visión empresarial. En su reciente paso por Colombia, advirtió que el gran talón de Aquiles de las startups latinoamericanas es el pensamiento excesivamente local.
“Si piensan solo en Bogotá, Lima o Quito, morirán en Bogotá, Lima o Quito. El éxito está en diseñar modelos replicables en toda la región y luego en el mundo”, enfatizó.
El error recurrente: pensar en pequeño
El ecosistema latinoamericano ha demostrado creatividad y resiliencia, pero sigue cargando con un problema estructural: la fragmentación de sus mercados. Idiomas compartidos y culturas similares no han sido suficientes para integrar de manera efectiva un mercado único.
Según la Asociación Latinoamericana de Capital de Riesgo y Capital Privado (LAVCA), en 2024 se invirtieron cerca de 8.100 millones de dólares en startups de la región, una cifra relevante, pero aún pequeña frente a los 80.000 millones que recibió Europa. El problema no es solo de inversión, sino de visión: demasiadas startups piensan en clave nacional en lugar de regional.
Lecciones de Alibaba: nacer global desde lo local
Alibaba nació en un contexto adverso: un país con millones de microempresas sin acceso a internet, con una gran brecha de confianza entre compradores y vendedores, y con limitaciones logísticas. Sin embargo, su fundador Jack Ma y su equipo entendieron que podían construir un ecosistema completo que resolviera varios problemas a la vez: confianza digital, pagos, logística y marketing.
La clave fue no conformarse con un nicho, sino diseñar desde el inicio una plataforma con ambición global. Lo mismo debe suceder en América Latina: no basta con crear una app para una ciudad, sino un modelo que pueda ser replicado en múltiples países.
Ejemplos de la región: quienes lo lograron
Estos casos muestran que es posible. Pero por cada éxito, hay decenas de startups que mueren encerradas en sus propios mercados nacionales.
La oportunidad de la IA y la deep tech
Pamela Hsieh insistió en que la inteligencia artificial y la deep tech representan la gran oportunidad para América Latina. No solo porque permiten innovar, sino porque ayudan a cerrar brechas:
El reto es que los emprendedores no vean estas tecnologías como un lujo, sino como herramientas para resolver problemas estructurales de la región.
El papel de los fondos internacionales
Aquí entra Pachamama Capital, el fondo impulsado por Hsieh, que busca invertir en startups latinoamericanas con visión global. La idea es conectar capital asiático, europeo y latino para crear empresas capaces de competir en mercados internacionales.
Europa tiene una ventana de oportunidad: fondos como Horizonte Europa, EIC Accelerator y programas bilaterales pueden actuar como puente de inversión y mentoría. Para Bogotá, Lima o Ciudad de México, abrir estas puertas puede ser la diferencia entre el estancamiento y la internacionalización.
“El problema no es de talento; el talento está. El problema es de visión. Queremos ser grandes en nuestras ciudades, pero no pensamos en la región”, comenta Laura Martínez, fundadora de una fintech en México.
“El capital europeo está interesado en la región, pero necesitamos que las startups tengan estructuras legales claras y proyecciones internacionales desde el inicio”, explica un gestor de fondos en Madrid.
“Si algo aprendimos en Alibaba es que la confianza se construye paso a paso. En América Latina todavía tenemos un desafío cultural para que los usuarios confíen en soluciones digitales”, concluye Hsieh.
Las barreras culturales y regulatorias: el muro invisible del emprendimiento latinoamericano
No todo depende de la visión ni de la ambición global de los emprendedores. América Latina arrastra obstáculos históricos que frenan la escalabilidad de las startups, incluso aquellas con modelos prometedores. Estos obstáculos son tan poderosos como silenciosos: regulaciones dispares, burocracia excesiva, infraestructuras deficientes y una desconfianza cultural que mina la integración regional.
1. Regulaciones financieras distintas en cada país
El ecosistema fintech ilustra de manera clara esta dificultad. Mientras en Brasil las autoridades financieras han creado un marco regulatorio flexible que permitió el surgimiento de gigantes como , en otros países como Perú o Bolivia, las startups deben enfrentar requisitos más estrictos, licencias costosas y marcos legales poco adaptados a la innovación digital.
La falta de un marco regulatorio regional común hace que cada país funcione como una isla. Una fintech que triunfa en México debe rediseñar sus procesos para entrar a Colombia, y lo mismo ocurre si quiere expandirse a Chile o Argentina. El resultado es un aumento de costos y una ralentización del crecimiento, en contraste con Europa, donde el mercado único ha permitido que una startup nacida en Lisboa pueda escalar rápidamente en Berlín o Ámsterdam.
2. Fragmentación logística y altos costos de transporte
El otro gran freno está en la infraestructura y logística. América Latina es una región vasta, con cordilleras, selvas, fronteras marítimas y miles de kilómetros de distancia entre ciudades principales. El transporte terrestre sigue siendo caro, lento e inseguro.
De acuerdo con la CEPAL, los costos logísticos en América Latina representan entre el 14 % y 18 % del valor final de los productos, casi el doble que en Europa o Asia. Esto impacta directamente a los emprendimientos de e-commerce, delivery o agrotech, que dependen de cadenas de suministro ágiles.
Un ejemplo: en Colombia, una startup que quiere enviar productos de Bogotá a Leticia enfrenta demoras de semanas y costos que duplican el valor del producto. En México, la distribución hacia comunidades rurales puede representar un reto tan grande como exportar a otro país.
3. Burocracia para la apertura y operación de empresas
La burocracia sigue siendo un peso muerto. Según el Banco Mundial, en promedio se necesitan 30 días y hasta 10 trámites para abrir una empresa en América Latina, frente a menos de 10 días en la OCDE. Además, los costos de registro, los impuestos variables y las licencias municipales o estatales multiplican las trabas.
Para un inversionista extranjero, este panorama es poco atractivo. Y para un emprendedor local, significa un desgaste de tiempo y recursos que podrían destinarse a la innovación. Si no se reducen estas barreras, las startups seguirán siendo proyectos heroicos más que negocios competitivos.
4. Desconfianza cultural frente a productos de otros países de la región
Quizás el obstáculo más intangible, pero no menos poderoso, es la desconfianza cultural. A pesar de compartir idioma y raíces históricas, los consumidores latinoamericanos suelen mostrar reticencia frente a marcas de países vecinos.
En entrevistas realizadas por consultoras de mercado, se ha identificado que un colombiano tiende a confiar más en una aplicación estadounidense que en una mexicana; un argentino puede preferir un software europeo antes que uno chileno.
Esta percepción refleja prejuicios históricos y un bajo nivel de integración simbólica en la región.
Una hoja de ruta para startups latinas
Pensar en grande o morir en pequeño
Las palabras de Pamela Hsieh son una advertencia y una oportunidad. América Latina tiene talento, creatividad y un mercado de 660 millones de personas. Pero para convertirse en un verdadero ecosistema global necesita romper con el pensamiento localista y apostar desde el inicio por la escala regional.
El futuro de las startups latinas no está en crear aplicaciones para una ciudad o un barrio. Está en construir plataformas capaces de resolver problemas continentales y luego proyectarse al mundo. Esa es la lección que dejó Alibaba, y esa es la lección que, hasta ahora, América Latina parece haber olvidado.
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